La impaciencia mata los negocios y sus emprendedores
Oct 25, 2024Si eres impaciente, esto es para ti (como el 99% de las personas hoy en día).
La impaciencia es el mal de nuestra sociedad actual.
Lo queremos todo ya,
no, pero ¡ahora!
Ni terminas de pedirlo, y ya lo estás esperando.
Esta impaciencia nos está pasando factura.
Uno de sus efectos principales es el estrés, y todos sabemos lo dañino que puede ser.
Y ojo, no es lo único. Con el estrés y la impaciencia queremos que todo suceda en modo turbo:
- Haces un pedido y quieres la comida al instante.
- Vas al trabajo a toda prisa.
- Llevas a los niños volando a la escuela para correr al trabajo... o tal vez a ver a tu amante (no te juzgo).
- En las películas ya no hay tiempo para escenas románticas: ¡un beso y pif,paf, pum, directo a la cama!
La lista sigue...
Pero, ¿por qué te cuento esto?
Porque en los negocios pasa exactamente lo mismo: los emprendedores/as tienen prisa.
Quiere abrir un negocio hoy y ganar dinero ya.
Veo a muchos emprendedores caer en esta trampa: abren sin formación, sin capacitación, decoran a toda prisa, las obras quedan mal hechas pero no importa...
¡abrimos de todas formas!
Y ni hablemos de la administración o costear las recetas.
¿Qué es eso?
Quieren ganar dinero desde el primer día.
Pero las cosas no funcionan así.
Voy a resumirte la evolución de un negocio. Y tómatelo con calma, porque la impaciencia aquí no es buena consejera.
Después de 30 años abriendo negocios en varios países, he visto que el 95% de los negocios siguen esta evolución:
- El primer mes llega mucha gente por la novedad.
- El segundo mes, las ventas bajan porque el efecto novedad se va.
- Y el tercer mes, empieza el temblor de piernas porque las ventas caen aún más.
Es justo en este punto donde veo a los emprendedores hacer cualquier cosa por desesperación. Lo he vivido y se lo que se siente.
El miedo y la preocupación se apoderan de ti, y las ilusiones se empiezan a desvanecer.
Pero, espera. No tengas prisa.
El primer año va a ser un sube y baja.
La incertidumbre te acompañará porque habrá meses difíciles, y las circunstancias a menudo no estarán bajo tu control (de eso hablaremos otro día).
El segundo año empieza a mejorar:
te organizas mejor, conoces a tus clientes, ya sabes qué productos se venden más, qué menos, y cada vez gestionas mejor tu negocio. La rentabilidad de cada receta, el trato con los proveedores... ya lo vas dominando.
Y es el tercer año cuando las cosas se estabilizan.
Los números empiezan a cuadrar, la rentabilidad mejora, y es aquí donde puedes empezar a pensar en el futuro: quedarte con tu negocio, escalarlo, o...
¿Quién sabe? Tal vez irte a tejer un jersey de lana a la playa con un mojito en la mano.
Este es, en general, el camino que siguen los negocios gastronómicos, por supuesto hay excepción.
Como ves, la impaciencia no tiene lugar aquí. Disfruta cada etapa del proceso.
Lo sé, a veces es duro, las emociones y los pensamientos te juegan malas pasadas, pero es parte del viaje.
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